“Hoy aprendo la ley del amor: que lo que le doy a mi herman@ es el regalo que me hago a mis mism@.”

- Esa es Tu ley, Padre mío, no la mía.
- Al no comprender lo que significaba dar, procuré quedarme con lo que deseaba sólo para mí.
- Y cuando contemplé el tesoro que creía tener, encontré un lugar vacío en el que nunca hubo nada, en el que no hay nada ahora y en el que anda habrá jamás.
- ¿Quién puede compartir un sueño?
- ¿Y qué puede ofrecerme una ilusión?
- Pero aquel a quien perdone me agasajará con regalos mucho más valiosos que cualquier cosa que haya en la tierra.
- Permite que mis hermanos redimidos llenen mis arcas con los tesoros del Cielo, que son los únicos que son reales.
- Así se cumple la ley del amor.
- Y así es como Tu Hij@ se eleva y se regresa a ti.
- ¡Qué cerca nos encontramos unos de otros en nuestro camino hacia Dios!
- ¡Qué cerca está Él de nosotros!
- ¡Qué cerca el final del sueño del pecado y la redención del Hij@ de Dios.
Instrucciones de la Segunda Parte de Un curso de Milagros