“Mis ojos , mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un sólo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.”

- Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío, para que Él lo utilice de la manera más beneficiosa para el propósito que comparto con Él.
- Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común.
- De este modo el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final.
- Por un tiempo colaboraré con Él en le logro de su propósito.
- Luego me fundiré en mi identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.
Instrucciones de la Segunda Parte de Un curso de Milagros