“Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar segur@: Su respuesta es la única que realmente deseo.”

- Tu que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo.
- Hablas en nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas en mi nombre.
- Y lo que me concedes procede de Dios Mismo.
- Tu Voz entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tu eliges que yo lo reciba.
- Permíteme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo.
- Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de tu cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la promesa que le hiciste a Tu Hijo.
- No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.
Instrucciones de la Segunda Parte de Un curso de Milagros