“Gustosamente «sacrifico» el miedo.”

- He aquí le único «sacrificio» que le pides a Tu Hij@ bienamado: que abandone todo sufrimiento, toda sensación de pérdida y de tristeza, toda ansiedad y toda duda, y que deje que Tu Amor entre a raudales a su conciencia, sanándolo del dolor y otorgándole Tu Propia dicha eterna.
- Tal es el «sacrificio» que me pides y que yo me impongo gustosamente: el único «costo» que supone reinstaurar en mí Tu recuerdo para la salvación del mundo.
- Y al saldar la deuda que tenemos con la verdad -una deuda que consiste sencillamente en abandonar los autoengaños y las imágenes que venerábamos falsamente- la verdad regresa íntegra y llena de júbilo a nosotros.
- Y ahora estamos en paz otra vez, pues el miedo ha desaparecido y lo único que queda es el amor.
Instrucciones de la Segunda Parte de Un curso de Milagros