«Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.»

- Padre, Tu Hij@ es santo.
- Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu santidad.
- Cuán puros y santos somos y cuan a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor, nosotros que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan perfecta que el Señor de la inocencia nos concibe como Su Hij@: un universo de Pensamiento que le brinda Su plenitud.
- No ataquemos pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la palabra que Dios nos ha dado.
- Y en su benévolo reflejo nos salvamos.
Instrucciones de la Segunda Parte de Un curso de Milagros